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Ceder el asiento, una actividad que todos deberíamos hacer…
Ceder el asiento hace referencia a dar tu lugar para que otra persona lo ocupe; esto puede ocurrir, en el transporte público, en una sala de espera, etc., aunque es algo que se supone “todas” las personas sabemos, sólo casos contados ejecutan dicha actividad. Hace algunos años tuve un accidente en mi bicicleta, me fracturé el antebrazo y lo tuve enyesado durante unas semanas; en ese tiempo estaba por entrar a la preparatoria (educación media-superior), recuerdo que el trayecto era un poco difícil porque todos los días utilizaba un autobús, dicho transporte normalmente iba lleno de personas, tlacuaches y bultos, por lo que tenía que viajar parado, a pesar de traer un yeso cubriendo mi antebrazo y no poder usar mi mano derecha, las personas sencillamente les daba lo mismo y nadie me ofrecía su asiento; creo que sólo una vez alguien me dejó sentar, todas las demás veces tuve que viajar parado. Partiendo de esto, a veces son los demás los que necesitan de nosotros, a veces somos nosotros los que necesitamos de los demás, es por esta razón que cuando puedas hacer algo por alguien más ¡hazlo! nunca sabes si algún día vas a necesitar que alguien haga algo por ti.
¿En qué casos debo ceder mi asiento?
Como yo lo veo, para no complicarse la existencia; existen únicamente dos casos: Casos obligados, casos voluntarios.
Casos obligados: Debes ceder el asiento a toda la persona que por su condición física requiera estar sentado.
Personas con un impedimento físico:
Personas que les falta alguna extremidad; que estén utilizando muletas, yeso, collarín cervical, bastón, etc., que tengan a un niño en brazos.
Personas de edad avanzada, también conocidos como adultos mayores:
Personas que por su edad se les dificulte estar de pie.
Mujeres embarazadas:
Mujeres que se encuentren en etapa de gestación, ya que les resulta muy cansado permanecer mucho tiempo de pie.
Casos voluntarios: Si tu estás sentado y no hay alguna persona que se encuentre bajo alguno de los supuestos establecidos en los “casos obligados”, no tienes la obligación de cederle el asiento, en estos casos, la actividad de cederle el asiento se debe llevar a cabo bajo tu propio criterio.
¿Debo cederle el asiento a un hombre?
Claro, siempre y cuando se encuentre en alguno de los supuestos establecidos en los “casos obligados”, esto debe ser independientemente de que tu seas un hombre o una mujer.
¿Debo cederle el asiento a una mujer?
Claro, siempre y cuando se encuentre en alguno de los supuestos establecidos en los “casos obligados”, esto debe ser independientemente de que tu seas una mujer o un hombre.
El caso controversial: ¿Debo cederle el asiento a una mujer por el simple hecho de ser bonita, o de ser mujer?
No, no debes. Existe una polémica en torno a este caso, se dice que a la mujer hay que cederle el asiento por cortesía, que esto habla bien de ti como hombre, el famoso acto de “caballerosidad”, sin embargo, yo considero que al no encontrarse en los supuestos de “casos obligados”, no tienes porque cederle el asiento a una mujer por ser bonita, o por ser mujer.
Un breve relato: En una ocasión, tuve un conflicto de ideas, no sabía en que casos cederle el asiento a una mujer, yo siempre que veía a una mujer le daba mi asiento, algo que en ese tiempo tuve que consultar con un adulto, finalmente, después de esa consulta mis ideas se aclararon, y finalmente dejé de cederle el asiento a las mujeres, sólo lo hacía cuando se encontraban en alguno de los supuestos establecidos en los “casos obligados” y en raras ocasiones lo he llegado a hacer cuando se encuentran en los supuestos de casos voluntarios.
En la plática, la persona con la que consulte me dijo: ´si la mujer tiene más o menos tu edad, y no tiene ningún impedimento para estar de pie, tiene la misma capacidad que tú para permanecer de pie, así como ella se cansa y tiene derecho a sentarse, tú igual te cansas y tienes el mismo derecho´; después de esas palabras fue que entendí como se debe tratar el asunto y lo ocupe como guía.
Goyo, ¿En qué casos voluntarios cederías el asiento?
Yo cedería mi asiento en los siguientes casos:
1.- Si ya estuve sentado un rato y veo que sube al transporte o llega al lugar donde estoy sentado alguna persona que se nota cansada, lo haría sin problema.
2.– Si veo que otra persona a pesar de encontrarse en perfecta condición física, está cargando algún objeto pesado y yo no llevo gran carga, en este caso también lo haría.
3.- Si la persona no tiene ningún impedimento físico, pero me pide de manera amable el asiento, y yo no me encuentro cargando algún objeto pesado, también lo podría hacer.
4.- Como caso extra, yo recomiendo que se valore la situación y ver que es más conveniente hacer, siempre y cuando no te encuentres en una situación de “casos obligados”; por ejemplo, puedes cederle el asiento a cualquier persona, siempre que sea tu deseo hacerlo.
Notita: Ceder el asiento en los “casos voluntarios” se debe de hacer sin tomar en cuenta el género de las personas involucradas, lo único que se tiene que tomar en cuenta es la situación; hago esta aclaración porque he escuchado a personas decir estas dos frases: “Un hombre no tiene que cederle el asiento a otro hombre, se ve mal” y “Una mujer no tiene que cederle el asiento a otra persona, para eso están los hombres”.
Finalmente, como este tema se presta a confusión, recomiendo que bases tu actuar únicamente en los “casos obligados” y “casos voluntarios”, de esta manera podrás saber como conducirte con respecto a este tema. Recuerda, en los “casos obligados” debes ceder el asiento siempre, independientemente de que sea una mujer o un hombre el que lo necesite, e indistintamente de tu género. En los “casos voluntarios” sólo debes ceder el asiento si quieres, en caso de que no quieras, no tienes la obligación de hacerlo, no importa que estés frente a una o un tlacuache bonito.
No te dejes engañar, los supuestos establecidos en los “casos obligados”, son los únicos casos donde estás obligado a ceder el asiento, si llega alguien a decirte que hay otros casos, como el caso del “caballero” (cederle el asiento a una mujer, por el hecho de ser mujer), te recomiendo que no te creas absolutamente nada de estos “casos obligados ficticios”, ya que a mi gusto son interpretaciones equivocadas. El solo hecho de que seas un hombre, mujer, una o un tlacuache bonito, no te da el derecho a seguir sentado si alguien más necesita el asiento; de forma similar, si nadie necesita el asiento, nadie te puede quitar tu derecho a permanecer sentado.
FIN.