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Es indudable que la depresión forma parte del conjunto de fenómenos propios de la psicología. Sin embargo, algunos psicólogos consideran a la depresión y a otros fenómenos como eventos psicológicos que existen de la misma manera en que existen otros eventos, como los físicos y químicos, y esto podría no ser correcto. A continuación, trataré de argumentar por qué los fenómenos psicológicos como la depresión no son eventos.
Cuando decimos que alguien está deprimido, ¿a qué nos referimos? La respuesta que darían muchos psicólogos es que las personas tienen un sentimiento o trastorno de depresión que hace que se comporte de cierta manera, es decir, que éstos son la causa de su comportamiento. Posteriormente, estos psicólogos dirían que han ofrecido una respuesta científica, debido a que han encontrado las causas del comportamiento.
Antes de continuar sería adecuado esclarecer por qué se ofrecen este tipo de explicaciones cuando se habla de lo psicológico. La respuesta es simple: en ciencia existe un compromiso con la mecánica al momento de ofrecer “explicaciones” de los eventos. La mecánica nos dice, entre muchas otras cosas, que debe existir una causa de los fenómenos; por ejemplo, la causa de que una pelota de fútbol se mueva es que fue golpeada por otro objeto, como el pie de un jugador. Es importante aclarar que la causa de los fenómenos deben ser siempre objetos o eventos concretos. Ahora, si la forma en que se ofrecen explicaciones científicas de las cosas es a través de la lógica de la mecánica, y si la Psicología quiere ser reconocida como una ciencia, debe ofrecer explicaciones científicas, es decir, explicaciones causales en términos mecanicistas. Empero, ahora veremos que es posible que ésta no sea una manera adecuada.
Volvamos al ejemplo de la depresión. En primer lugar, si la depresión es una causa, ésta debe ser un objeto o evento concreto, y tanto los objetos como los eventos pueden ser identificados en el tiempo y el espacio. De los objetos y de los eventos es posible identificar ciertas propiedades que nos permitirían contestar las siguientes preguntas: ¿En dónde está? ¿Cuánto mide? ¿Cuánto dura? ¿Cuál es su intensidad? ¿Cuál es su velocidad? No obstante, de la depresión jamás ha sido posible contestar estas preguntas, esto es, no se ha podido comprobar la existencia del sentimiento o trastorno de la depresión como un objeto o evento; en consecuencia, si la depresión no es un objeto o evento, ésta no puede ser una causa.
A lo anterior, algunos psicólogos argumentarán que no es que el sentimiento o trastorno exista de la manera en que existe nuestra mano, sino que es una metáfora que se utiliza para nombrar ciertas formas de comportamiento que en su conjunto hacen que podamos predicar que alguien está deprimido.
La objeción que puede hacerse al argumento anterior será representada a través del siguiente ejemplo: Si vemos a una persona llorando una vez, no decimos que está deprimida; es más, si la vemos llorando, caminando sola con la cabeza agachada y con la mirada perdida, no decimos que está deprimida, tal vez podríamos decir que está triste, pero no deprimida. De esta manera, tampoco es satisfactorio hablar de la depresión como un conjunto de conductas.
En este post no es relevante mencionar de manera detallada qué es la depresión, pero digamos que puede ser considerada como un estado, es decir, como una circunstancia del individuo cuando interactúa con su entorno. Lo importante de este post es argumentar que los fenómenos psicológicos no existen, en el sentido de que no pueden ser ubicados en el espacio-tiempo. Los “eventos” psicológicos únicamente existen en el lenguaje, o sea, no tienen un referente empírico concreto o, en otros términos, no hay una realidad empírica para tales eventos, son sólo hechos construidos a través del lenguaje y como hechos tienen sentido exclusivamente por los usos que les damos y los contextos en los que los utilizamos.
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